lunes, 8 de febrero de 2010

Te vi, me viste, no lo sé.

Te vi apresurada, intensa, fatigada, presionada. Tu rostro pasó frente a mí,
Como una disparo me rozo…no lo notaste, no lo sé…
Te noté certera, henchida en la velocidad de un carmesí.
Atrasada por los contratiempos,
Veloz al arraigo intrínseco del saber.
¿A dónde vas imagen sin mi luz recorrer?
¿Desde dónde tu ciclón mantiene intacto el despegue de tus recuerdos?

Te vi fragante, pensativa, presurosa, cautiva de la memoria.
Te llamé con la mirada y no esperaste a que llegara.
Corriste, saltaste un obstáculo inesperado, seguías bajando.
Llegaste, te perdiste entre la marea constante de seres.
Dime pues si no tu, ¿Quién eres?
En mí todo se torno nublado.

Te vi, como un espía, mientras alejada ya estabas.
Sin necesidad de saber a donde vas, pues lo sé.
Sin doblegarme, esperando a que reposara tu encanto,
Justo donde inicia mi anhelo.
Difuminando dolores que alzabas.

Te vi y ya no sollozabas, había pasado lo peor.
Regresaste de entre mi encuentro,
De todo lo que no te he dicho, de la soledad a esta distancia.
Te dibuje en el viento, te apareciste en dorado al rededor.
Descobijaste al día soleado.
Y ahora vas subiendo en tu fragancia.
Señorita de mirada perpetua,
No puedes evitar lo que pienso.


V.

No hay comentarios:

Publicar un comentario