miércoles, 9 de septiembre de 2009

Desayuno en la Terminal. (Regresas, pero nunca te alejaste)


Lóbrego camino, pleno ahora por el viaje. Esperando desde acá, sin algún vicio, sólo el vicio de esperar, por ver una vez más. Pincelada del horizonte y sin fin. No me faltan los colores que iluminados por la sonrisa puedo ver. La magia de la locura del momento bañando en emoción. Sí, la sonrisa que me imprime, y el abrazo alargado al infinito, que saca lo mejor de mí en un instante y ahí se queda, plasmado. Y es justo cuando se siente que entre la desdicha y lo fatídico, de eso, nada puede pasar ahora, ni nunca. Esa seguridad que inyecta la voz que escucho y que frente a mí se posa con la gracia de la naturaleza. Esa ráfaga de impulsos eléctricos. La adrenalina de mi despertar.

Fue que de pronto, nació la evocación de los pasos que nos llevan al presente. Como si instintivamente supiera que de una noche a una madrugada pareciese sólo haber un segundo. Recopilando sensaciones es que me desplazo del pasado al presente. Quiero que sea así, que sea permanente, como ahora el sentimiento que da la metamorfosis de una canción que esperó mucho a ser ejecutada. En un mismo segundo me interpongo entre el aliento entrecortado y la sensación de correr a ciegas, a donde apareces.
Me sorprende aún que todo haya pasado en tan reducido espacio.
Cosas que ni el desvelo, el vuelo, la fantasía, ni el amanecer cercano pueden detener. Mis manos aún tiemblan, todo yo en armonía.

Alimentamos el alma…

Intensamente algo en mi espalda aconseja, la luz que se despoja de la idea malévola, por así decirlo, de no dejar el anhelo callado. De pedir, expresar e intentar anudarse de la idea de permanecer, de desear que sea. De esos, mis ruegos internos a los espíritus cautivos en la estela de sus pasos, que se alejan y a la vez se acercan.
Me llena la inspiración. Lapislázuli que de mi recorrido se abre. Entorno en transición constante, nuestra aura marcada en el sonido, se siente, tan sencillo que es inexplicable. Y como de tus labios las palabras, “ni con un millón de ellas podemos expresar lo que realmente queremos decir”. La forma fantástica de dar marcha a un día. Contengo mi aliento e inmóvil exploro, letra por letra y por fin la visión ulterior del deleite, la noción de que el tiempo no pasa y se detiene sólo para envolver nuestra memoria. Palabras que me regalas, inmenso valor a cuidar.

Que llegue ahora la noche, sólo para verle sentir la presencia de una calidez que sé, siempre estuvo aquí, conmigo. Sea la noche, sólo para disfrutarse, la siguiente línea en la narrativa. Que llegues otra vez...
V.

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