lunes, 25 de noviembre de 2019

Eterno Guerrero.


Dedicada al Güero. Un gran y admirable amigo canino que nos mostró la forma de vivir con verdadera convicción.



Jamás conocí guerrero más fuerte. Caminando a su lado erámos invencibles. Sin más armadura que el viento vencimos a la maquinaria cruel y a los rivales más ominosos a puño y colmillos. Nos unificamos con la naturaleza. En esencia un mismo pulso. Nos enseñamos a recorrer el camino en la oscuridad. Bestias indómitas derrumbando muros. Corrimos libres y hasta quedar sin aire en los pulmones.
Ejemplo de valentía y fuerza. Fiel amigo, el mejor. Nunca abandonó su puesto y nos cuidó sin importar el costo y a cambio no pedía nada. No hubo rivales grandes para ti ni heridas que no sanaran. Lamías tus llagas con la serenidad del maestro zen y retornabas como Anubis, listo para marcar tus pisadas en la historia.
Nuestro amor te cobijaba. Siempre lo supiste. Siempre tuviste disponible un abrazo sincero y todo tu tiempo para nosotros.
Aullamos juntos a la luna en nuestro idioma inigualable en las noches incomprensibles; y danzamos bajo la lluvia hasta no sentir los músculos. ¿Cómo no sentir tu ausencia y no notar ese espacio que dejas? Detrás de ti llega otra generación de gladiadores que admiran tu leyenda. Insuperable maestro del tiempo.
Sigue tu camino, hermoso y luminoso ser. Espera nuestra llegada cuando crucemos el río del Mictlan y nos vemos del otro lado. Nuestra amistad es nuestro lazo de vida y así no nos extrañaremos tanto. No habrá necesidad de llorar más. Ve, vive así, eternamente; como la única leyenda que logró vencer al tiempo sin dejar de sonreír. Gracias por todo, infinitamente.

Víctor P.

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