Un poema que nunca ganará un premio, por ser el absoluto
reflejo de nuestra idiosincrasia; nuestra nueva idiosincrasia.
-Victor Frankenstein III
Patria, me sabes a mole y pipian.
A trago amargo y espeso.
Sabes a pozole con rábanos,
a receta de incertidumbre,
A miedo en los
hogares.
Desde las almas.
Sabes a sacrificio absurdo.
Patria, me sabes a
mezcal viejo.
A olvido y mariachi.
A llanto de madres perpetuando
a sus hijos, su paz, su amor.
Sabes a Tzompantli.
Patria, me sabes a
Bésame mucho,
a Cucurrucucu y a Huapango.
A indiferencia y rencor.
Sabes a bloques de cal y concreto
Que cubren los cuerpos,
los que nunca más volvieron.
Patria, me sabes a
papadzules y tlayudas ,
a T'arche Uarakua.
A persecución y corrupción
de un sistema obsoleto.
Sabes a Áantene’ex;
sabes a Paleui;
sabes a Yu'u.
Patria, me sabes a
música de guerra.
A historia ficticia.
A Falacias
siniestras
y héroes infantiles falsos.
Sabes a libertad Mutilada;
costeada en oro.
Me sabes a bandera ardiendo
en las lógicas llamas del hartazgo diviso;
de las minorías subyugadas.
Patria, me sabes a
verde
de esperanza
sepulcral.
Me sabes a
blanco
de paz, para el que puede comprarla.
Me sabes a rojo
de los ríos de sangre;
sin control; sin sentido; sin nombre.
Patria, me sabes a
noche de grito,
de día, de madrugada, de 43…
…y contando.
Me sabes a ruinas,
de espíritu; de voluntad.
Me sabes a hambre, a
pobreza
a saqueo atroz.
Patria, me sabes a tristeza
Me sabes a mentira.
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